lunes, 15 de abril de 2013

Allí las palabras se las llevaba el viento, y todos lo sabían. Ella, la única de aquél extraño lugar que todavía creía en las promesas. Pero eso de nada servía. Todas las noches lloraba de pena. Pena por esas pobres personas que nunca habían sentido la felicidad que nos invade cuando alguien nos promete querernos, abrazarnos, besarnos... No lograba entender el temor que tenían a las promesas. Nunca entendió por qué las promesas duelen.
"No son las promesas las que duelen, sino las personas que las rompen".


No hay comentarios:

Publicar un comentario